sábado, 6 de octubre de 2018

Conversación callejera


-No me gusta tu olor.
Miré a mi alrededor y no había nadie. Me sentí intranquilo. Había escuchado claramente que alguien hablaba. Estaba en la parada, sólo, esperando el autobús.
Pasaron unos segundos y volví a escuchar:
 -No me gusta tu olor.
Esta vez me removí incomodo en el lugar. No es que tuviera una vista privilegiada, de hecho incluso uso anteojos, pero era de día y veía perfectamente a mi alrededor que estaba solo. Salvo por un perro callejero que me miraba curioso.
-¿Quien habla? Pregunté sintiéndome bastante tonto.
-Soy yo, dijo el perro levantando una pata.
Si antes me sentí tonto, ahora simplemente creí estar soñando. ¿Es que aún no me había levantado? Me pellizqué el brazo y supe que estaba despierto. Me acerqué apenas al can e intentando disimular  le dije:
-Acabo de bañarme, ¿qué problema tenés con mi olor?
-No me refiero a “ese” olor, poco me importa si te bañaste o no, me refiero al olor de tu perro, que llevas impregnado en tu cuerpo.
-¿Podes oler a mi perro?
- Por supuesto, dijo un poco ofuscado. Y tu perro no me gusta.
-No entiendo una cosa, ¿cómo es que estoy escuchando hablar a un perro?, lo del olor lo entiendo y hasta me parece razonable, pero ¿hablar?, siempre escucho a los perros ladrar, no hablar.
Los perros hablamos pero los humanos no se toman la molestia de escucharnos
No puede ser, hace años que tengo perro, jamás me dirigieron la palabra, sólo ladridos, hasta gruñidos, pero palabras jamás.
Llegó el colectivo y no pude seguir dialogando con el perro, y de camino al trabajo, reflexioné toda la situación y no me convencía de no haberla soñado. Aun así, cuando llegué a casa por supuesto intenté dialogar con mi mascota, pero este no mostraba ningún signo de cooperación.
Frustrado le dije: -hablo con los perros de la calle y con mi propio perro no puedo dialogar. Simón me miró indignado, y dejándome atónito dijo:
-Miau

domingo, 19 de agosto de 2018

Perdón





Juntó sus manos suplicándome perdón sin hablar. Aún no quería ceder. Siguiendo su juego, puse mis dedos como si fuera un arma, le apunté y disparé. Cayó al suelo. Me hizo sonreír. Me acerqué a levantarlo. Estaba muerto.

lunes, 7 de agosto de 2017

Buenas vecinas

Estaba quedándome dormida, cuando apareció. Me llamaron la atención sus dientes, demasiado grandes para su boca. Nos miramos en silencio, como estudiándonos la una a la otra. Su cabello era rubio, lacio, apenas pasando los hombros, no era especialmente linda. Su mirada clara no me inspiraba  confianza.
-¿Quién sos? pregunté curiosa.
Sonrió y mostró más sus dientes, como si esto fuera posible.
Pensé que era una maleducada, ni siquiera se molestaba en contestarme.
-No tengo porque, dijo.
La miré sin comprender.
Viendo mi confusión aclaró: -No tengo porque darte explicaciones de quien soy ni que hago aquí, solo pasaba por acá, y mi curiosidad me trajo a verte.
Pensé que esta mujer debía tener algún trastorno.
-No, no tengo ninguno.
Abrí los ojos como platos y ella comenzó a reírse con ganas.
-Ves, por esto vine, me encanta meterme en los sueños de la gente y desestabilizarlos, y antes que digas nada, te aclaro que en este mundo paralelo está permitido entrar y salir de ellos sin pedir permiso. Y como me caes bien te cuento que estoy esperando que mi amiga se duerma para acostarme con su marido en su propia casa. ¿No es excitante?
-Me parece horroroso, le dije casi gritando.
-No necesitas levantar la voz, ¿todavía no te diste cuenta que estoy dentro de tu cabeza y puedo saber todo lo que pensás, lo digas  o no?
Me quedé congelada en el lugar. No estaba acostumbrada a sentirme tan expuesta, y la sensación no me agradaba en absoluto.
-Acostumbrate me dijo, me estoy divirtiendo muchísimo, así que es probable que vuelva otras noches…La vieja de abajo es muy aburrida, solo sueña con el difunto. En vos hay más potencial.
Mientras le clavaba la mirada, intentando ser intimidante le dije: -No sos bienvenida. Me caes pésimo.
-¿Pensás que me importa?
Su falta de consideración y respeto lograron desestabilizarme, aún soñando me sentía inquieta e incómoda. Era claro que era un sueño y sin embargo todo era muy real…
Siguió provocando y molestando casi toda la noche, discutimos acaloradamente por su conducta, que intentaba justificar con todo tipo de excusas, se burlaba de mí por ser tan naif, predecible y no sé cuantas cosas más. Su risa retumbaba en mi cabeza, incluso después de despertarme.

Me prepare café y salí apurada. Mientras esperaba el ascensor rogaba no llegar tarde otra vez. Al abrirse la puerta me quedé petrificada, al lado de mi vecina de arriba estaba la rubia de dientes enormes. La mire incrédula mientras ella intentaba esconderse detrás de mi vecina. Vi el sonrojo de sus mejillas y dije en voz alta: Ahora es mi turno de reírme ¿no?

jueves, 2 de febrero de 2017

Buenos amigos

Clara lo quería. Todos lo sabían. Eran amigos desde la escuela. Lo que nadie sabía era que Clara estaba enamorada de Antonio. Ella se encargó de ocultarlo bien.  Cuando iban juntos al colegio su amor era secreto, eran amigos y se llevaban realmente bien, tenían gustos parecidos y eso los acercaba. Sin embargo Antonio siempre la trataba como a una hermana menor, protegiéndola y aconsejándola, a pesar de tener la misma edad. Era su confidente. Clara sabía con quien habia salido, a quien pensaba invitar al cine y con cada una de las chicas que se había acostado. Era una excelente actriz pensaba, ya que sabia mantenerse neutral ante cada nueva conquista. Al menos en apariencia, porque por dentro su corazón parecia resquebrajarse ante cada nuevo amorio.
El tiempo pasó, llegaron nuevos amores y compañeros de ruta. La primera que anunció su boda fue Clara. Ernesto era un hombre muy apuesto, comprensivo y tierno. Un hombre ideal. Unos años después fue el turno de Antonio. Conoció a Silvia en un viaje, y pocos meses despues decidieron casarse. Clara no estaba preparada para las sensaciones que la embargaron. Pensó que Antonio era un amor del pasado, platónico, sin embargo se vio invadida por una oleada de celos y tristeza infinita, que la sorprendieron mucho. Se quedó muy pensativa con la noticia y a Antonio no le pasó inadvertido. Estaban sentados en un café, disfrutando del habitual cortado y cappuccino, con una porción de  torta de manzana que a menudo compartían.
-¿Qué pasa Chiquita, no estas contenta?
Amaba la forma en que él la llamaba, aunque ya no fuera chiquita,en sus labios sonaba como una caricia.
-Claro que estoy contenta Antonio, un poco soprendida por lo rápido que suceden las cosas…
-Jajaja, estoy llegando a una edad que las cosas se hacen sin tantos rodeos Chiquita…
-Estás enamorado o la querés?
-¿Es que acaso hay diferencia?
¡Por supuesto! Amar y querer no es lo mismo.
-A ver, sabelotodo , explicame.
-Querer es un sentimiento tranquilo, que te da paz y seguridad. El que quiere muchas veces se deja querer, se siente acompañado, auyentando la soledad, los fantasmas. Querer es un mar en calma. En cambio amar, es padecer. Es sentir miedo de perder al otro, de no verlo más, de no tenerlo cerca, es un mar embravecido con olas que te mecen y te sacuden a la vez, que te arrullan y te desestabilizan a un tiempo, es conocer al otro en sus gestos, en sus sueños, en sus pesadillas, es conocer sus defectos y aprender a convivir con ellos, es proyectar un mismo camino, es transitar un sendero a veces empinado, a veces llano, y si hay tropiezos saber levantarse juntos, aprendiendo de los errores y sentirse pleno con su sola presencia…
-¿Eso es lo que sentís por Ernesto?
Clara se quedo petrificada ante esa pregunta, debia pensar rápido una buena respuesta. El mozo apareció de repente para retirar las tazas y preguntar si querian algo mas. Clara aprovechó ese momento para disculparse porque tenia una reunión y dejó a Antonio con un beso rápido.
No se  vieron varias semanas, aunque hablaban por telefono seguido. Clara lo evitaba sutilmente, temiendo que el quisiera retomar la conversacion que habian mantenido en el bar. Finalmente llegó el dia de la boda. La ceremonia no fue especialmente emotiva aunque Clara no dejaba de llorar y la gente lo adjudicaba a la emoción. Viajaron de luna de miel y al regreso se encontraron en el lugar habitual con la torta de manzana y los cafés de siempre.
-Parece que nada cambia dijo Antonio sonriendo.
-Algunas cosas si, dijo enigmática.
-Eso intrigó a Antonio, lo vio en sus ojos. Se perdió en ellos, como le pasaba siempre que lo miraba fijo.
-Me separé de Ernesto. Antonio quedo petrificado esta vez, con miles de preguntas que se le atragantaron. No hizo falta preguntar nada. Clara le explicó que las cosas hacia tiempo no andaban bien entre ellos, y que cuando por milésima vez le dijo a Ernesto que no queria tener hijos con él decidieron separar sus caminos.
-¿Hijos con el? Quiere decir que si querés hijos pero no con él?
Clara lo miró, sabiendo que el podía leerla entre líneas, porque a veces le parecía que la conocía mejor que ella misma, y aún así sabia que no podia decirle la verdad, Antonio acababa de volver de su luna de miel y todo parecia en orden. No tenia derecho… 
-No, no es eso, es que no sentia que era el momento, mintió lo mejor que pudo. No sientas pena por mi, me siento liberada. Ernesto siempre fue muy bueno conmigo, pero…
-No lo amas,la cortó Antonio. Esta vez fue el celular de Antonio quien le evitó tener que contestar.
Antonio se disculpó y se fue. Un cliente lo estaba esperando.
Pasaron unos minutos y cuando Clara estaba a punto de irse entraron unos delincuentes a asaltar. Estaban realmente alterados, la gente gritaba histérica y eso los ponía peor. El robo duró unos pocos minutos, los suficientes para disparar al encargado,  algunos de los clientes y  al dueño del bar. Hubo dos muertos y varias personas heridas. Entre ellas Clara, que fue llevada al hospital en estado critico.
Cuando Antonio llegó a la habitacion alli ya estaban Ernesto y Silvia. Casi ni los miró. Sus ojos se posaron en Clara, tan blanca como la sabana que la cubría. Tubos y cables aparecían conectados por todos lados, un zumbido constante perforaba el silencio. Antonio no pudo contenerse, el llanto lo sacudió con fuerza, ya nada le importaba, porque estaba a punto de perder lo que mas queria en el mundo, Clara , su Chiquita.
-Clara hay tantas cosas que quiero decirte, tenemos tantas cosas que hacer juntos todavia, necesito decirte algo, algo que nunca me animé a decirte por miedo a perderte, y ahora irónicamente, te lo quiero decir, aunque sea demasiado tarde, ¿Te acordás cuando me explicaste lo que es amar a alguien? El mar embravecido, miedo de perder al otro, y... Te amo chiquita, con todo mi corazón.
Todos lo miraron incrédulos, incluso Clara, que en ese preciso instante abrió los ojos.

martes, 22 de noviembre de 2016

La escritora







- No puedo entregarte el libro en fecha.


- Es la tercera vez que lo haces Marian, no puedo seguir aceptando más postergaciones. Y esta vez ¿cuál es tu excusa?


- Me enamoré, dije muy segura.


- Eso es muy bueno, contestó Ernesto, con una sonrisa sincera, lo que no entiendo es por qué te impide eso entregar el libro. Supongo que si le explicas la falta de tiempo para encontrarse lo va a entender, o ¿no es asi?


- Precisamente a él lo veo a diario y no se ve afectado por el libro, todo lo contrario, te diría.


- No entiendo entonces, ¿podés ser más clara?


- Mmmm, me enamoré de Sergio, el protagonista de mi libro, dije con un tono más agudo del que me hubiera gustado.


- Jajajajajajaa, estalló Ernesto en una carcajada sonora, demasiado sonora para mi gusto. Cuando se calmó dijo: - Marian amo tu sentido del humor. Ahora decime en serio,¿Cuándo me entregás el libro? preguntó sin dejar de sonreír.


Lo mire y esa sola mirada bastó para que se pusiera serio de repente y me dijera: - Estás hablando en serio.


Asentí, demasiado afligida para emitir palabra.


Nos quedamos asi en silencio unos minutos que se me antojaron horas. Se sacó los lentes, cerró los ojos, puso el pulgar y el indice en el puente de la nariz, y finalmente dijo:


- Marian sabes cuánto te aprecio, pero si no recibo el libro para fin de mes voy a tener que buscar a otro escritor, además del juicio que en la editorial van a hacerte por incumplimiento de contrato y no voy a poder hacer nada para evitarlo.


- Fin de mes es en una semana. Ahora fue el quien asintió sin hablar.


Me levanté con varios kilos más sobre mi espalda, no sé que esperaba realmente. Si yo estuviera en el lugar de Ernesto actuaría igual que él o peor ante un escritor que pretende estar enamorado del protagonista de su libro, pensaría que esta loco, obsesionado o… No se qué…


Cerré la puerta de la oficina de Ernesto sabiendo que no estoy loca, llegué a casa casi arrastrando los pies, retrasando el momento de sentarme frente a la pantalla de mi computadora lo más posible, sabiendo que era inevitable.




Me preparé un café y abrí el archivo de mi libro. Me quedé alli sentada mirando la pantalla, frente a las letras que se ahogaban entre lágrimas que no podia detener. De repente la imagen cambió y Sergio apareció sonriente, tal cual lo habia imaginado. Sabia que era él, mi descripción habia sido exacta. Me quedé pasmada, mi imaginación era más poderosa de lo que sospechaba. Cuando me habló mi mandibula cayó cual dibujo animado. No estaba imaginando nada, su voz era clara y fuerte y ¡me hablaba a mi!


- Marian a mi me pasa lo mismo que a vos, vayámonos de aqui, lejos, dijo y extendió su mano fuera de la computadora.


No podia reaccionar, todo parecia tan real. Extendí mi mano sabiendo que tocaria el aire, sin embargo una mano suave y segura a la vez, envolvió la mia. Luego Sergio me rodeó con sus brazos y todo su calor me envolvió.


- Gracias por confiar dijo. Lo miré y sonrei. En ese instante supe que mis lectores se perdieron un gran libro.


domingo, 9 de octubre de 2016

Olaya al 1600

Comencé a recordarte hace unos días, cuando la nostalgia inundó mi sangre, recorriendo mi cuerpo, atravesando recovecos que ni siquiera sabía que existían.

No imaginé que podías generar semejantes sentimientos. Recuerdos que pronto se hicieron añoranza y más pronto aún, desnudaron ausencias.

Tus paredes guardan un mundo. Un mundo que quedó tan lejos… Sin embargo hoy rescaté retazos, armando un rompecabezas de imágenes que poblaron mi mente y mi corazón. Luego sucedió lo inevitable, las lágrimas no tardaron en aparecer, rociando con nostalgia los pedazos, las sonrisas, las ausencias, la necesidad de verte, sentirte, tocarte, aunque sólo sea una vez más.

El tiempo pasa y se escurre entre mis dedos sin que pueda detenerlo, dejando un reguero de dolor, de vacíos que ya nadie llenará, y recuerdos felices que anidan todos en mi alma, mezclados en un mapa de sentimientos que conforman mi vida.

Los cimientos son fuertes, albergaron sueños, peleas, reconciliaciones. Sostuvieron días de lucha, del diario vivir. Hoy cobijan a otros, ajenos, distantes, extraños…

En un lugar en el mundo hay una casa, en la cual viví, soñé, crecí, cuyos ladrillos guardan pedacitos de alma que nadie ve. Partículas invisibles de momentos que no volverán, que quedaron allí, atrapados para siempre.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Al acecho


Ella está bailando con sus amigas. Se ríen con esa complicidad de saberse observadas, admiradas, deseadas… Son todas lindas, aunque yo ya elegí. La mía tiene el pelo negro, muy largo, que se mueve acompañando cada movimiento de su cuerpo. Viste un pantalón corto blanco y una blusa que deja al descubierto su ombligo. Ese ombligo que pienso lamer, morder, chupar… Ella es mía, sé que no va a querer, por eso tengo todo preparado.  Quiera o no quiera.  ¿Qué importa? Hace dos horas que la observo, estoy a punto de explotar. No me ha mirado ni una sola vez. Soy invisible. ¡Qué ironía que a partir de hoy no podrá olvidarse de mi cara! Quedaré grabado para siempre en su memoria. Ya nadie podrá tocarla sin que ella me recuerde. ¡Soy tan feliz! Ya es hora. Camino lentamente hacia ella, saboreando el momento, le acerco gentilmente una botella  a la que previamente le agregué unas gotitas "especiales" y le sonrío con mi mejor sonrisa.
-Para vos preciosa, hace tanto calor que pensé que te vendría bien tomar un poco de agua, le digo empalagándome en mi propia dulzura.
Ella me mira, primero sorprendida, luego me sonríe a su vez, mientras el suelo se derrite a mis pies. Abre la botella sin dejar de sonreírme, mientras miro extasiado como va a beberla, sin previo aviso, me tira el líquido en la cara.  La miro con odio, y mientras me seco escucho las risas de sus amigas y  comienzo a correr, rápido, muy rápido, jurando que la próxima vez no se me va a escapar.