La propuesta de este mes en Adictos a la escritura es el "Fin del mundo fallido".
Sentada en la cama, con las piernas arrimadas a su pecho, pendiente de cada ruido, Samantha esperaba el fin del mundo. Lo habían anunciado. Sentía que así seria, tal y cual lo habían asegurado. En tan sólo veintitrés años había conocido el dolor, la soledad, la desilusión... Su corazón se veía como un trapo viejo y sucio... Tenía miedo aunque en un punto sentía que era mejor así. Si bien era difícil aceptar que todo terminaría, no podía pensar en otro día vacío, gris, sofocante... Hoy finalmente sería liberada... Se incorporó apenas para mirar por la ventana, el cielo era de un color azul noche brillante, salpicado de pinceladas grises y rosadas.
Sus padres y hermanos habían muerto siendo muy chiquita, en un accidente, habiendo sido ella la única sobreviviente. Jamás entendió por qué ni para que, hubiera sido mejor irse con ellos...
Miró el reloj, no sabía en qué momento exacto ocurriría. Su corazón latía desbocado, anunciando el final.
El mundo era un gran fiasco, donde la hipocresía, la traición, el engaño y la mentira estaban a la orden del día. Por eso era lógico su final. Ella esperaba otra cosa de la vida, no recordó un solo día de felicidad.
Comenzó a llover, al principio una lluvia fresca, tenue, que pronto se convirtió en una tormenta furiosa, con rayos, relámpagos y truenos iluminando el cielo. Se estremecía a cada instante.
- De modo que así será, dijo Samantha en voz alta, sorprendiéndose a sí misma con su voz. Así terminará todo...
Las puertas y ventanas abiertas golpeaban incesantes, con un viento impiadoso que las sacudía.
Samantha cerró los ojos y una luz penetró en sus pupilas, fue corriendo atraída por una fuerza desconocida. Un tibio calor se apoderó de su cuerpo entumecido, subiendo lentamente hasta cubrirlo todo. La estaban esperando, fue envuelta en un abrazo transparente, acogedor. Se sintió liviana, etérea, estaba rodeada del amor que tanto tiempo añoró. Era feliz, por primera vez en su vida era feliz.
Unos días más tarde encontraron a Samantha sin vida, sentada en la cama, con las piernas arrimadas a su pecho.