Me abrazo a la noche,
cálida me envuelve,
las agujas, infieles,
con indiferencia avanzan.
La luna altiva se ríe,
mis ojos abiertos,
cansinos, la miran...
El sudor pegajoso
me recorre,
las sombras me llaman
la puerta no abre.
Los párpados finalmente
se cierran
y la luz del día, cruel,
despierta.