lunes, 28 de abril de 2014

Encuentro frustrado



Sentada en la barra, pensaba en mi vida, mi mente  vagaba, comenzaba a aturdirme de alcohol.  Varias veces a lo largo de mis relaciones me pregunté lo mismo, ¿hasta qué punto el nombre de una persona puede influir en su vida? Se sentó a mi lado y me invitó un trago. A pesar de mi estado con sólo mirarlo me di cuenta que no era un tipo de muchas luces. No sé, algo en su rostro, o su sonrisa torcida me dio el indicio que a lo largo de la noche comprobé. El sólo quería llevarme a la cama, era patético su esfuerzo por conseguirlo.
- Te propongo un juego le dije. La palabra “juego” despertó su interés. En su primitiva imaginación un juego entre un hombre y una mujer sólo podía ser sexual. Su sonrisa torcida iluminó todo su rostro, haciéndolo parecer un niño.
- Voy a contarte parte de mi vida y con esos datos tenés que adivinar mi nombre.  A esta altura debí comprender que mi interlocutor no sería capaz de lograrlo, evidentemente el tequila doble y la cerveza lograron enturbiar mi razón.
Su cara, al contarle mi propuesta, fue digna de un retrato. Su decepción fue evidente, el había pensado en un  juego totalmente diferente.
- Es eso o me voy a mi casa ahora y sola - dije terminante. Esa afirmación le dio esperanzas que si accedía a jugar me iría con él, supuse  porque se apresuró a cambiar de opinión.
- Así como me ves  tuve tres novios. Y en las tres ocasiones se repitió la historia, con mínimas  variantes.  Carlos se fue de viaje pidiéndome que lo esperara, que a su regreso nos casaríamos. Lo esperé ilusionada.  Después de  tres largos años sin tener noticias suyas, apareció Rodolfo, quien me convenció después de mucho insistir, que dejara de serle fiel a un fantasma. Cansada de esperar accedí. Al año y tres meses le salió una beca para estudiar en Japón y me aseguró que una vez instalado me enviaría el pasaje para irme con él.  Le creí. Estaba muy enamorada, había logrado olvidarme de Carlos, y lo esperé. Dos años y siete meses lo esperé. No me mandó ni una postal.  En ese momento conocí a Pedro, le llevó por lo menos seis meses convencerme. Me enamoré como una adolescente, estábamos todo el día juntos, felices.  Al año, cuatro meses y cinco días le llegó una carta. Era de su tío que vivía en Alemania, estaba muy enfermo, y pedía verlo antes de morir. De esto ya pasaron once meses. Y aún lo espero. ¿Ya adivinaste como me llamo? Era evidente que no tenía ni idea. Estaba entretenido mirando mi escote, ni siquiera se molestaba en mirarme a los ojos.
Yo no me doy por vencida tan fácilmente, así que le dije: - te doy una pista: ¡Aprendí a tejer!…
Seguía mirando mi escote, nada de lo que dijera lo distraía….
- La última oportunidad afirmé, eso despertó su interés ya que levantó la vista y me miró directamente a los ojos.
- Mi nombre empieza con Pene… Su cara se transformó en una mueca, el muy tonto salió corriendo, convencido que estaba sentado frente a un travesti.

miércoles, 16 de abril de 2014

El paseo

Me entregó la foto. No quise mirarla. Insistió poniéndola frente a mis ojos. Rápidamente di vuelta la cara. Demasiado tarde. Mis pupilas retuvieron la imagen en mi mente, sin que pudiera ignorarla.
La foto la tomó ella, sin que nos diéramos cuenta. Allí estamos caminando hacia casa, antes de...
- Señora, necesito que me cuente lo que pasó.
Me quedé callada. A los ochenta y tres años gozaba de ciertos privilegios. Y pensaba usarlos. Siempre fui muy astuta. "Zorra vieja" me llamaba ella. Pensaba que yo no lo sabía. ¡Qué básicas son algunas  personas! Mi nuera entra en esa categoría. Sonreí. El oficial entendió mi gesto con ilusión. Pensó que había recordado y comenzaría a hablar. No tenía la más miníma intención de contarle lo sucedido.
No se cuánto tiempo me queda, ella se cansó de esperar y lo convenció para hacer un viaje. Creo que la foto es justo en ese momento que mi pobre hijo me lo contaba. Se irían dos meses a recorrer Europa. ¡Dos meses! ¡Nada menos! Sin ver a mi hijo, ¡que egoísta es esa mujer por Dios! No podía permitir que ella gozara, disfrutara, paseara mientras yo me quedaba sola, por eso hice lo que hice. ¡Claro que siento pena por mi hijo! No soy tampoco una desalmada e insensible como suele decir mi nuera, ella no entiende las razones de una madre, nunca pudo quedar embarazada, asi que no tiene derecho a juzgarme. Intentaron convencerme que mi hijo era impotente, cuando se muy bien que es ella la culpable, la infértil, la inútil...
Cuando llegamos a la casa serví el té. Puse las tres tacitas de porcelana, y me aseguré de darle a mi adorada nuera la que estaba un poquito cachada. Después de quince minutos comenzaron los síntomas, ese tiempo lo aproveché para mandar a mi hijo a comprar medialunas. El no quería ir pero lo convencí diciendole que era lo menos que podía hacer si no lo vería dos meses. Se muy bien como manejar la culpa. Ví como se retorcía, en sus ojos reconocí el terror de comprender lo que había hecho. Después de largar espuma por la boca y quedar inconsciente en el sillón, llegó mi hijo con las medialunas. Me encontró llorando desconsoladamente. Antes me había desecho de la taza cachada y del veneno. No lo encontrarían jamás. Cuando me vaya a casa voy a hablar con mi hijo para que cambie el pasaje a mi nombre. ¡Me va a encantar Europa!

lunes, 7 de abril de 2014

Fiesta de disfraces



Hace mucho tiempo que la amo. Nunca me animé a decirle nada. El miedo al rechazo, a la decepción, a perder su amistad fueron siempre barreras que detuvieron mis pocos y mínimos avances.
La conozco desde la escuela secundaria a la que concurrimos, y desde entonces siempre nos mantuvimos en contacto. Supe de sus amores, de sus desencantos... Estuve ahí para secar sus lágrimas, consolarla, conteniéndome para no estrecharla entre mis brazos y besarla.
Mi amor va más alla de lo que pueda expresar con palabras, es respirar a través suyo, es reír en su sonrisa, es comer en su boca, deleitarme con el perfume de su piel que me eriza sin tocarme.
La amo. Lisa y llanamente.
Cuando me llamó para avisarme que Julio organizaba un baile de disfraces de algún modo sentí que ese sería el día indicado para declarle mi amor. No sé por que. No me lo explico. Fue como una revelación que ése era el día señalado. Procuré no decirle a nadie mi disfraz para mantener el suspenso y poder sorprenderlos, en especial a ella.
Me mantuve un poco aparte, viendo a todos bailar y reír. El alcohol aflojaba corbatas que nadie llevaba ese día, invitaba a desinhibirse y disfrutar. Eso era justo lo que yo necesitaba.
La ubiqué con la mirada, disfrazada de hada madrina o algo así. Tan hermosa como siempre. Estaba en el medio de la pista bailando con un ratón. No me importó. Fui caminado lentamente, acercándome sensual y seductoramente. Me tropecé con la capa y me caí generando un gran alboroto. Todos me señalaban y se reían, sin que nadie se acercara a ayudarme. ¡Qué humillación, la puta madre! La máscara disimulaba perfectamente el rubor de mis mejillas. Carla exultante pidió a todos que se callaran, que tenia que decir algo importante. Yo seguía en el piso imaginando que mis sueño estaba a punto de concretarse, solo que al revés, ¡seria ella quien les anunciaría a todos su amor por mi!
- Amigos, esta fiesta tiene un objetivo. No quise adelantar nada hasta tenerlos a todos juntos, festejando con nosotros un amor que ya no puede permanecer en secreto. Quiero decirles a todos que he decidido unir mi vida con el ser más maravilloso que existe en la tierra.
No quise levantarme sabiendo que mis piernas no me responderían. Me pondría de pie en cuanto lo dijera. Ese sería mi momento...
- Acércate amor...
Mientras me ponía de pie para ir a su lado, el ratón la tomó por la cintura, me quedé mirándolos sin poder creerlo. El ratón que no era otro menos que Julio, se sacó la capucha y le dio un beso apasionado.
No pude seguir ahí mirándolos. Comencé a ir hacia el jardín, primero caminando, luego corriendo, hasta que con el impulso mis pies se elevaron del suelo, mi capa de Mujer maravilla se extendió y me alejé volando...